#ElPerúQueQueremos

El olvidado borgiano de Petit Thouars-

Publicado: 2010-09-24

Por Jesús Hidalgo (*)

“escribir bien no es emplear una serie de tretas o de técnicas sino sencillamente sentir, pensar y decir lo mejor posible”.

Carta de Luis Loayza a Julio Ramón Ribeyro (Ginebra 12.5.75)

En el número 73 (abril de 2007) de puntoedu, Sergio Tamayo hizo hincapié, con justa razón, en el olvido sistemático en que ha caído el nombre de Julio Ramón Ribeyro, acaso uno de los peruanos más destacados que ha pisado las aulas de la PUCP, durante las celebraciones por los 90 años de vida institucional de nuestra universidad. Si bien ella ha hecho caso omiso a tal acusación, suplementos como Q o El Dominical han publicado recientemente números con Julio Ramón como tema central. Sin embargo, no ha sido Ribeyro el único escritor PUCP olvidado en estas conmemoraciones; comparte este malhadado sino con Luis Loayza, el célebre “borgiano de Petit Thouars” de la dedicatoria de Mario Vargas Llosa en Conversación en La Catedral. Loayza, además, es uno de los pocos peruanos, sino el único, que puede ufanarse de haber logrado batir a Bobby Fischer, campeón mundial de ajedrez, en una partida del deporte de los sesenta y cuatro cuadrados. Asimismo, su nombre volvió a sonar en el circuito literario el año pasado cuando se lanzó la hipótesis de que Ricardo Somocurcio, protagonista de la última novela vargasllosiana, Travesuras de la niña mala, era un alter ego de Loayza, suposición que ya el mismo Vargas Llosa se ha encargado de desmentir. Acaso el olvido hacia el autor de El avaro y otros textos tenga un tufillo de rencor inconsciente pues es célebre la anécdota de que escribió este libro durante sus clases como alumno de Derecho. ¿Cómo puede ser paradigma de “Bienvenida la excelencia” un alumno conocido por componer ficciones en sus cuadernos en vez de tomar apuntes con aire grave incluso acerca del estornudo que un señor catedrático tuviera a bien lanzar? Empero, ¿es que acaso, por ello mismo, no podría ser Loayza el modelo perfecto, la idea platónica por excelencia, para la frase “Bienvenida la creatividad”?

Luis Loayza es quizá más famoso por sus libros de relatos (Otras tardes y el ya mencionado El avaro) que por sus traducciones literarias o que por su novelita Una piel de serpiente. De ella puedo decir que siguió un camino alambicado, una ruta sinuosa para llegar a mí. En las vacaciones de verano de 2001 leí Conversación en La Catedral pero acaso si reparé en la curiosa aposición –“el borgiano de Petit Thouars”– de la dedicatoria. Dos años después, convertido ya en un vargasllosiano militante, devoraba no solamente novelas como La tía Julia y el escribidor o La fiesta del Chivo sino que, además, leía con devoción sus artículos de opinión y los comentarios de textos literarios, estos últimos unas equilibradas mezclas de confesión personal y de despliegue argumentativo. Fue entonces que me topé con un bello artículo –“En torno a un dictador y al libro de un amigo”– que me impulsó a leer Una piel de serpiente. Luego vinieron Otras tardes en la edición de Adobe y finalmente El avaro, prologado brevemente por Abelardo Oquendo. Debo admitir que ahora que escribo estas líneas poco queda en mi memoria de los personajes y anécdotas que pueblan el universo narrativo de Loayza pero queda, eso sí, la sensación de calma, tranquilidad, paz, placer, que da la prosa limpia, cuidada de los libros bien escritos.

Entre los críticos y académicos es ocioso, repetitivo, un lugar común, alabar la sobriedad, la fineza y la concisión de la pluma del borgiano de Petit Thouars. Pero no lo es cuando se escribe para el lector medio, que, indudablemente, apenas si conoce de su existencia (más aun si la PUCP se esmera en no difundirla y relegarla al olvido). Puedo afirmar que, incluso entre mis compañeros de Literatura, Loayza es un escritor muy poco leído, posiblemente solo conocido de oídas por la mayoría. Esto se puede deber a las escasas ediciones que tenemos de sus obras (ediciones ni siquiera comentadas, anotadas o dotadas de un estudio preliminar muy básico por decirlo menos), a su sempiterno desdén hacia los medios de comunicación masivos, a su irregular frecuencia para publicar textos de su autoría y a las preferencias de un público receptor en pro de nombres más conocidos como Bryce, Bayly o Roncagliolo. No me desplayaré sobre sus escritos ensayísticos abastecidos de rigor, inteligencia y creatividad como pocos. Solamente me limitaré a decir que es imperativa una reedición de su narrativa para que el público lector promedio pueda percibir el bienestar que brindan textos difícilmente igualables en la capacidad para crear paisajes, viñetas, escenas de la vida cotidiana con un lenguaje pulido, sencillo que nos refresca como una brisa en verano. Que así sea.

Jesús Hidalgo (1985), estudió Literatura hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha sido Jefe Práctica en dicha Universidad, así como Tutor en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Actualmente realiza un postgrado en Duke University.


Escrito por

puntosuspensivos

revista de penetración crítica y cultural.


Publicado en

tu sexy magazine-

PUNTOS SUSPENSIVOS